¿Hasta cuándo abusarán de nuestra paciencia?

A punto de suspenderse la comercialización de diacereína, me pregunto hasta cuándo vamos a tener que seguir soportando la vergüenza de que medicamentos que se nos presentan como magníficos, a los pocos años no resultan ser tan efectivos (en el mejor de los casos) o presentan problemas de seguridad (en el peor).

Esta forma de autorizar la comercialización de fármacos que al poco se suspende, mina la escasa confianza que a los profesionales nos queda sobre nuestros gestores y, lo que es peor, la poca o mucha confianza que las personas tengan en los profesionales sanitarios que tratan de proteger y mejorar su salud.

Yo no he presenciado ninguno de los grandes avances terapéuticos que han vivido mis compañeros más veteranos. Cuando yo he llegado a esta profesión, ya existían los fibrinolíticos, los IECA, las estatinas, el omeprazol, la fluoxetina… Desde que terminé la carrera no recuerdo otra cosa más que «me toos» que se lanzan cuando está a punto de caducar la patente de un determinado principio activo y suspensiones de comercialización de fármacos presuntamente fantásticos: cerivastatina, rofecoxib, rimonabant, rosiglitazona…

Creo que gran parte de mi generación está cansada de los cada vez menores escrúpulos que tiene la industria farmacéutica a la hora de comercializar nuevas y no tan nuevas moléculas. Y también creo que está cansada de las poco transparentes relaciones de la alta política con esa industria y de que baste con que un fármaco no haya dado importantes efectos secundarios en unos cientos de personas muy seleccionadas para que se autorice su comercialización. Ni siquiera se le exije haber demostrado ser superior (o al menos igual) que los tratamientos que ya existen en el mercado para esa misma enfermedad. Basta con ser mejor que un placebo. Es una vergüenza.

Os dejo un vídeo en el que un exdirector General de Salud Pública habla de la forma en la que se toman decisiones de política sanitaria.